martes, 7 de abril de 2015

Estrategias sobrenaturales para montar un grupo de Rock






















Generalmente se considera que hay que buscar los extraños y terribles orígenes del grupo de Rock en los músicos de blues y en dicho género musical... pero el verdadero origen del grupo tal como lo conocemos y desde el punto de vista del modelo de organización, es la pandilla urbana. El sistema de valores del grupo, su naturaleza elitista y la sensación de encontrarse "fuera de la ley", su desdén por la sociedad en general y su odio hacia las figuras de autoridad tienen su origen en la herencia de la delincuencia juvenil.


Con un irónico título, imitando los típicos volúmenes de autoayuda que tanto abundan en las librerías de los aeropuertos, este libro de Ian Svenonius, gurú del Rock Underground, es un ingenioso ensayo sobre el Rock.

Con dos partes muy diferenciadas, la primera describe una sesión de espiritismo, en la que los ectoplasmas de Brian Jones, Richard Berry, Mary Wells y Paul McCartney acceden a ser entrevistados para repasar los orígenes del Rock y responder las grandes preguntas:

¿Qué es el Rock?

¿Por qué montar un grupo?

¿Que hay que hacer para conseguir la fama? ¿Y para perdurar?

¿Por qué fueron los británicos los que consiguieron colonizar y dominar el Rock'n Roll si originalmente provenía de EE.UU?

A partir de las enseñanzas de las celebrities difuntas, y con la intención de llevarlas a la práctica, en la segunda parte Svenonius entra en materia. Con la excusa de repasar todos los elementos clave que un grupo ha de tener en cuenta (el nombre, los componentes, los objetivos, la discográfica, las drogas, el productor, la grabación...), se marca un resultón texto, mezcla de sociología, crítica política y referencias a la historia del Rock, sobre las grandezas y las miserias de pertenecer a una banda.

El amigo Svenonius, conocido también por su rol de agitador cultural, militante izquierdoso y crítico feroz del rock "corporativo", puede presumir de pluma afilada y de ser un hábil generador de párrafos lapidarios e irónicos, en los que no deja títere con cabeza. Sus víctimas preferidas: músicos, críticos, directivos discográficos y, especialmente, todo lo relacionado con la política norteamericana.

Veamos unos cuantos:

La fotografía como presentación

El consejo de ministros de Bush solía posar en las fotos como si fuera una banda estilo Monkees. Esas fotografías con los sujetos vestidos de manera informal, andando y riendo, eran sin duda el retrato de una banda y, concretamente de una banda de Rock. No cuesta mucho imaginar qué instrumento tocaba cada uno. Bush, elegido por su aire campechano, es el cantante... Y Don Rumsfeld es el batería clásico: un showman idiota y megalómano, que rabia de resentimiento por no poder ser la estrella.

El nombre del grupo

El nombre se te tiene que aparecer en sueños o en una revelación. No obstante, existen una serie de estrategias efectivas para generar nombres, entre ellas provocarse fiebre, comer moho, el autoestrangulamiento, consumir ayahuasca o la enajenación transitoria.

Práctica y ensayos

Si tu banda dispone de una ideología sólida, es consciente de sus implicaciones y de su presentación estética, y está comprometida con la causa, será casi invencible. No es nada fácil alcanzar esa confianza en el mundo indiferente, cínico, intelectualmente paralizado, narcisista, pornohólico y postideológico en el que nos ha tocado vivir, pero aún así es posible alcanzarlo mediante autohipnosis o recurriendo a una especie de método Stanislavski.

Grabar

La "sensación" que transmite una banda es, a corto plazo, un ingrediente crucial para explicar la simpatía que despierta, si bien ese puede ser un elemento difícil de evaluar para audiencias futuras. Al oír la leyenda de una banda como la Velvet Underground, a la que el filisteo público de su época rechazó, uno no puede dejar de percibir una cierta presunción en sus entusiastas actuales, que sacan pecho orgullosamente por ser más adelantados, listos y entendidos que los contemporáneos de la banda... Es posible que las bandas que fracasaron en su propia época a pesar de grabar canciones pegadizas, llevar gafas molonas y cuellos de cisne, y de gozar de buenos contactos, transmitieran una mala "sensación" a la audiencia.

Sexo

A medida que las bandas intentaban superarse las unas a las otras con afectaciones byronescas y trapos cada vez más femeninos, la industria musical, formada por una panda de mafiosos, picapleitos y retrasados mentales, decidió que había llegado el momento de tomar cartas en el asunto. De ahí la eclosión de las groupies, chicas obedientes, dispuestas a entregarse sexualmente y sin escrúpulos, desprovistas de abogados y tan vacías que uno podía explotarlas sin remordimientos: la fantasía de póster central de cualquier chico adolescente.

El libro resulta de lo más entretenido y, además, contiene reflexiones interesantes sobre cuestiones como las drogas, las mujeres en el Rock, la "corporativización" de la música y el propio sentido de estar en una banda. Como afirma en uno de las últimas frases del libro, una banda de rock

no debe ser algo respetable, ni burgués, ni prestigioso. Si pretende conservar un mínimo de poder o de capacidad de amenaza, su estatus debe oscilar entre los del vagabundo, el profeta maldito, el golfo de la calle y la prostituta.

Así sea.




Related Posts Plugin for WordPress, Blogger...