martes, 25 de septiembre de 2012

Outside The Box - Sala Rocksound


Outside The Box, retengan este nombre.

Si hay justicia en el mundo esta gente serán grandes. Es una cuestión de karma, equilibrio cósmico, justicia divina... llámenle como quieran. O pura y simple compensación por los bodrios musicales que día a día nos invaden.

Esta joven banda de New Jersey, en una onda Springsteen/The Gaslight Anthem (a los que pronto veremos por aquí) dió una exhibición de pasión, energía y talento en el Rocksound en la presentación de su disco Bridge, un excelente trabajo repleto de buenas canciones.

A destacar el cantante y guitarrista Jeff Cafone, frontman carismático y cantante de rajo soul que me recordó en algunos monentos, por su timbre y estilo, a Jonny Lang, la que fuera promesa del blues blanco. Mark Masefield hizo también un trabajo excelente al teclado y Francis Valentino y Ryan Wheeler estuvieron muy sólidos en la base rítmica.



Repasaron Bridge, con temas como las sprignsteenianas (época Darkness in the Edge of Town) Love is the Villain y Suddenly Saturday; una bonita y pasional I'm a Bridge, la vacilona The Ballad of Jackie Chan o la balada Love to See You Leaving.

Brillantes también las versiones: Like a Rolling Stone, You Can't Always Get What You Want y una sentida The Weight, durante la que invitaron al público a compartir escenario y coros con ellos, en lo que fue un fantástico fin de fiesta después de hora y media larga de concierto.

Más tarde se unieron a la clásica Blues Jam que organiza Rocksound todos los domingos, demostrando, a pesar de su juventud, su versatilidad como músicos.






Lo dicho, banda a seguir muy de cerca. Ojalá tengan la suerte que se merecen y oigamos hablar de ellos en un futuro no muy lejano.



domingo, 23 de septiembre de 2012

BAM 2012: Howlin' Rain & The Dream Syndicate



Antes de empezar, una petición al ayuntamiento, comisión de fiestas o quienquiera que organize este evento: en la Plaza Real confluyen lateros que no paran de dar la chapa, turistas despistados, gente que está de fiesta y/o de cháchara y a la que le importa tres cojones lo que ocurre en el escenario y fauna diversa que tiene en este lugar su hábitat natural. Añadamos a todo esto la presencia de farolas y palmeras que tapan la visión del escenario. Conclusión: NO ES UN BUEN SITIO para acoger conciertos. Sigamos.

Este año el BAM ha traído dos grandes bandas de Rock (más o menos), clásico, que se alejan un poco de su linea de programación habitual, más centrada en el Pop, el Indy o en propuestas musicales más heterodoxas: Howlin' Rain, grupo de raíces setenteras y The Dream Syndicate, el grupo pionero de lo que se dió en llamar Nuevo Rock Americano, aunque su estilo bebía más de Velvet Underground que de la música de raíces.

Howlin' Rain venían a presentar su (excelente) tercer disco, The Russian Wild, un trabajo que no me extrañaría que estuviera en las listas de mejores discos del año. Liderados por el carismático guitarra y cantante Ethan Miller (un monstruo de las tablas), dieron un buen concierto, algo lastrado por el sonido y por los factores extramusicales comentados al principio.




Otro factor negativo fue la corta duración del concierto: un total de 6 canciones, entre las que destacaron Phantom in the Valley, Self Made Man y, sobre todo, Dark Side y Can`t Satisfy Me Now, todas ellas de su último trabajo. A pesar de todo fue un concierto intenso y guitarrero, con un Ethan Miller colosal y que en ocasiones recordaba a Chris Robinson de Black Crowes.

Media hora más tarde salían al escenario The Dream Syndicate, en su primer concierto después de 25 años. El motivo por el cual Steve Wynn ha reunido a su antigua banda es el de celebrar el treinta aniversario de su primer disco The Days of Wine and Roses, que tocaron prácticamente en su totalidad, junto con algunos temas de The Medicine Show y Ghost Stories.

Lo cierto es que firmaron un concierto espléndido, con un sonido excelente y temazos como That's What You Always Say, Halloween, Tell Me When It's Over, Burn (uno de mis temas favoritos) o The Medicine Show.



A pesar de la ausencia de Karl Precoda (guitarrista original) y Paul B. Cutler (su sustituto), Jason Victor estuvo realmente bien y en complicidad absoluta con Steve Wynn, al igual que Dennis Duck (batería) y Mark Walton (bajo).

Tras una hora larga, el final del bolo fue apoteósico, con The Days of Wine and Roses y una larga y llena de feeling John Coltrane Stereo Blues con un trabajo espectacular de Wynn y Victor.

Toda una lección de clase y talento 

lunes, 10 de septiembre de 2012

Bobby Liebling, el hombre congelado



Pentagram son como el cavernícola encontrado en los Alpes Suizos... Un especimen con el ADN activo, Bobby Liebling es ese hombre congelado

Así define Ian Christe, autor de "El sonido de la bestia", a Bobby Liebling, al inicio de "Last Days Here", el documental sobre la vida del cantante de Pentagram. Pioneros del Doom e inspiradores del Stoner Rock, Pentagram son una oscura banda de culto de principios de los 70 con una trayectoria muy errática y que no publicó un LP hasta mitades de los 80.

Buena parte de la culpa del escaso éxito de Pentagram recae en Liebling, un tipo tan talentoso como voluble, perfeccionista e inseguro. Con 56 años, enganchado al crack y a otras drogas, Liebling vive en el sótano de casa de sus padres en Philadelphia, encerrado en su mundo y pensando en lo que pudo haber sido y no fue. Por suerte para él, Paul "Pelle" Pelletier, coleccionista de rarezas musicales y colaborador de un sello discográfico, descubre un disco de Pentagram en una tienda de 2a mano y queda fascinado por lo que oye. Logra contactar con Liebling y se convierte en su amigo, primero, y luego en su manager, decidido a conseguir que Liebling vuelva a los escenarios. 

"Last Days Here", dirigido por Don Argott y Demian Fenton, Es similar a "Anvil: The Story of Anvil", una historia de superación personal y de lucha contra la adversidad. En ambos casos la historia gira básicamente alrededor de las personas y sus circunstancias, quedando la música en un segundo plano. Los protagonistas podrían ser carpinteros, carteros u oficinistas, en este caso lo más importante es la vertiente humana.

La estructura narrativa de "Last Days Here" respeta la ortodoxia del género: Pelletier actúa como hilo conductor de la historia, en la que van apareciendo los testimonios de sus padres, ex-compañeros de grupo, periodistas, etc. Aunque también, como "Anvil...", la manera en que se cuenta la historia se asemeja a una obra de ficción, estrategia que logra que el espectador empatize con los protagonistas, independientemente de que sea seguidor del Rock Duro.

La película no ahorra detalles escabrosos y Liebling aparece inicialmente como un ser patético, disfuncional y que apenas puede valerse por sí mismo. Las escenas en que busca un pedazo de crack debajo del sofá, muestra sus brazos heridos convencido de tener una infección parasitaria o cuando intenta firmar un documento en el que se compromete a no tomar drogas mientras sostiene un cigarro de crack son impactantes.

Los testimonios de ex compañeros de Liebling, como Greg Mayne o Geof O'Keefe, son cariñosos, a pesar de reconocer que era muy difícil trabajar con él, siguen manteniendo gran admiración por su talento. Son también graciosas las anécdotas sobre su fallido encuentro con Paul Stanley y Gene Simmons (Kiss), que encuentran a Pentagram poco glamurosos para ser dignos de colaborar con ellos o la grabación de la demo que les podía haber llevado a la fama y que se fue al traste por el perfeccionismo de Liebling.

Todo ello, junto con la sinceridad con la que los directores abordan el documental, hace imposible que uno no se identifique con Liebling en la lucha contra sus demonios personales. Como también es imposible no sentir admiración por los denodados esfuerzos de Pelletier que, cual Sísifo, cada vez que está a punto de llegar a la cima de la montaña empujando la piedra, Liebling se las arregla para hacerlo caer y vuelta a empezar.

Documental emocionante, sensible (que no sensiblero) y que demuestra que nunca se puede decir que es demasiado tarde. Tal y cómo dice el propio Liebling casi al final de la película:


Estoy vivo, eso es algo que nunca esperé.



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