lunes, 9 de abril de 2012

Still Crazy: Nostalgia de los 70



Siempre le he tenido un cariño especial a "Still Crazy" (1998), estrenada aquí como "Siempre locos". Probablemente no sea la mejor producción relacionada con el Rock (a día de hoy "This Is Spinal Tap" es la que se lleva ese honor), pero se trata de una notable y honesta película en clave de comedia, bastante mejor que, por ejemplo, la sobrevalorada "Casi famosos".

La trama gira alrededor del grupo Strange Fruit, banda británica de Hard Rock muy famosa en los años 70 que, después de superar la muerte por sobredosis de su cantante original, termina disolviéndose tras un accidentado último concierto en el festival de Wisbech.

Veinte años después Toni Costello (Stephen Rea) el teclista de Strange Fruit que trabaja como reponedor de máquinas de preservativos, se encuentra con el hijo del que fuera promotor del festival de Wisbech. Su intención es organizar una nueva edición del festival y reunir a los grupos originales que participaron en él, por lo que le propone al teclista que reúna de nuevo a la formación para tan magno evento.

Costello, que se muere de ganas por volver a tocar, contacta con Karen Knowles (Juliet Aubrey), la ex-manager de la banda que trabaja organizando eventos en un hotel, para que le ayude a buscar y convencer al resto de miembros de la banda, la mayoría de ellos alejados del mundo de la música y con trabajos más o menos prosaicos.

Finalmente logran reunir de nuevo al grupo, excepto al guitarra Brian Lovell (Bruce Robinson), hermano del fallecido cantante original, que desapareció del mapa tras la disolución del grupo, por lo que deciden fichar a Luke Shand (Hans Matheson), un guitarra joven que les ayudará a modernizar su sonido e imagen.

Pronto las rencillas, los problemas y las heridas mal cerradas vuelven a surgir en el seno de la banda durante los ensayos. La gira posterior de calentamiento por Holanda, plagada de incidentes Spinal Tap, no mejora mucho las cosas. ¿Conseguirán al final los Strange Fruit vencer su particular maldición?

No revelaré más detalles del argumento, únicamente comentar que estamos ante un film divertido, a ratos bastante emotivo y narrado de manera muy hábil. El cásting resulta absolutamente convincente, y en él brillan con luz propia el gran Bill Nighy en el papel del cantante Ray Simms (registro que repetiría posteriormente en "Love Actually") y Jimmy Nail como Les Wickes, bajista y compositor de la banda. Como anécdota comentar que este último es músico además de actor y apareció como artista invitado en el álbum "We Want Moore" de Gary Moore, dónde cantaba "Rockin' and Rollin'", el tema que cierra el disco.

Los arquetipos de personajes del mundo rockero están especialmente logrados: el cantante medio chalado, ególatra y con afán de protagonismo; el bateria tosco y descerebrado; el compositor tímido que es el alma del grupo pero no se atreve a dar un paso al frente; la manager que intenta poner algo de cordura en un entorno de locos o el técnico de sonido, un veterano sabio y socarrón que lo contempla todo desde la distancia y se conoce al dedillo todas las miserias del grupo.

La puesta en escena raya también a una buena altura y las actuaciones en directo están muy bien filmadas y resultan dinámicas y realistas. Puestos a ponerle algún pero, quizá la película resulte un poco demasiado "amable", pero el tono de comedia, no exenta de realismo, hace que este detalle no empañe el resultado final.

La película estuvo nominada a varios premios, entre ellos el Globo de Oro a la mejor película en la categoría de comedia/musical y a la mejor canción por "The Flame Still Burns". Pese a ello obtuvo un discreto éxito comercial y aquí pasó absolutamente desapercibida.

Si tenéis la oportunidad, no dudéis en verla: es una buena película que os hará pasar un buen rato y sentir una sana nostalgia por aquellos locos años 70.


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