jueves, 17 de junio de 2010

Una heroína poco común

  
He de decir que el Manga es un género que no me atrae en absoluto, a pesar de la devoción que despierta entre el público más joven. Quizá por eso no le presté atención a Soy una matagigantes cuando se publicó hará cosa de un año. Tras leer algunas apasionadas reseñas, decidí aparcar mis prejuicios y comprarlo y la verdad es que los elogios están plenamente justificados: el solidísimo guión de Joe Kelly y el dibujo, sucio pero altamente efectivo, del hispano japonés José M. Ken Niimura casan a la perfección y dan como resultado un cómic memorable.

Buena parte del mérito hay que atribuírselo a su protagonista: Barbara Thorson, una adolescente fuera de lo común: poco agraciada físicamente, obsesionada con los juegos de Rol, de lengua viperina y tendencias agresivas y que se prepara para la batalla definitiva contra los gigantes, para lo cual siempre lleva consigo el martillo Coveleski, el arma definitiva, capaz incluso de derrotar a un Titán, un gigante letal y prácticamente indestructible.

Hasta aquí parece una historia un poco sobada: el típico relato de adolescente freaky y bla, bla, bla. Pero Bárbara esconde un gran secreto: el titán al que hay que derrotar no es imaginario, sino muy real y mucho más terrible de lo que cuentan las leyendas y al final deberá enfrentarse a él sola, armada únicamente con su martillo y su férrea voluntad y quizá eso no sea suficiente para derrotarlo...

No voy a desvelar más detalles de la trama, únicamente comentar que se trata de un relato emotivo y sensible (que no sensiblero) y que Bárbara Thorson se convierte en un personaje inolvidable, en una auténtica heroína con mayúsculas, perfectamente caracterizada, psicológica y gráficamente, por el tándem creador. En este sentido comentar que probablemente el estilo de dibujo "abocetado" de Ken Niimura, que aquí realiza su primer trabajo en blanco y negro, nunca se convertirá en mi favorito, pero hay que reconocer que es perfecto para el tono de la historia, que el diseño gráfico es sobresaliente (el titán es realmente estremecedor) y que la historia de Joe Kelly tiene la capacidad de emocionar al más pintado.

Por si esto fuera poco, el tomo, publicado por Norma, se complementa con una serie de divertidísimas tiras (a cargo de Niimura) que reflejan la relación entre los dos artistas durante la elaboración del Cómic y que ponen de manifiesto el talento cómico (de corte bastante surrealista) del dibujante.

No se lo pierdan.

domingo, 30 de mayo de 2010

El final de "Lost": ¿Genialidad o tomadura de pelo?

 
Si hay una serie destinada a marcar un hito en la cultura Pop ésta es, sin duda, "Lost": nunca un producto televisivo había hecho correr tantos ríos de tinta ni había tenido tanto impacto en la red, impacto que, dicho sea de paso, ha sido hábilmente explotado por los creadores y guionistas de la serie.

Ya se sabía que el final de "Lost", largamente esperado después de seis apasionantes temporadas (bueno, dejémoslo en cinco), iba a ser polémico y que difícilmente iba a contentar a todo el mundo pero lo cierto es que la realidad ha superado todas las expectativas y las opiniones sobre el último episodio se han polarizado de tal manera que mi amigo Lluís hablaba el otro día de "Guerra civil lostie".

El foro oficial de la serie en España, Lostzilla (cuyos creadores han hecho un trabajo impresionante durante 6 años y ante los que me quito el sombrero) echa humo desde hace días entre partidarios entusiastas del final, a los que llamaremos "hombres de fe" y detractores implacables, "hombres de ciencia", que lo consideran poco menos que una estafa. Los primeros acusan a los segundos de no haber captado el sentido profundo de la serie y que no es cuestión de "entender", sino de "creer"; mientras que los segundos consideran a los primeros un hatajo de fanáticos acríticos incapaces de hablar mal de su serie favorita y de tragar con cualquier cosa, por infumable que sea. 

Bueno, después de 6 años de seguir la serie a ritmo americano y de convertirme en fan acérrimo, me toca elegir bando, allá voy: me alineo con los "hombres de ciencia" y voy a tratar de explicar el porqué. Cualquier producto de ficción, ya sea película, novela, serie de TV, etc. tiene una premisa previa: la llamada "suspensión temporal de la incredulidad". En este sentido recuerdo una anécdota bastante ilustrativa que me comentó una conocida mía, de profesión guionista, que se enfadó porque mientras estaba viendo la película "Tigre y Dragón" unos adolescentes sentados detrás suyo no paraban de carcajearse viendo las sorprendentes habilidades psicomotrices de sus protagonistas orientales. "Se puede saber qué coño os hace tanta gracia?" Les espetó con bastante mala baba, "Es que los chinos no vuelan", le contestaron, y ella, en una defensa encarnizada de su gremio, replicó: "¡Pues en ESTA película, los chinos vuelan!". Dicho de otra manera: el espectador acepta entrar en el juego que propone el escritor/guionista y se va a dejar sorprender, despistar y estará dispuesto a perseguir las zanahorias que le pongan delante; a cambio el autor ha de respetar sus propias normas, no hacer "trampas" y, por disparatada que pueda parecer su propuesta, debe mantener la coherencia interna de la trama.

Pues justamente esto es lo que no ha hecho el equipo creativo de "Lost", que ha acabado dejando con el culo al aire a su propia criatura y, después, de cinco temporadas de introducir enigmas apasionantes y de ir dejando caer multitud de referencias filosóficas, literarias, mitológicas y científicas, que se suponia iban a ser relevantes, se ha salido por la tangente y ha rematado la serie con un final facilón, azucarado y para nada acorde con su desarrollo. De acuerdo que atar todos los cabos sueltos durante seis años era casi imposible; vale que a veces hay que improvisar debido a imponderables (actores que no quieren continuar, niños que crecen, etc.); puedo comprender que las cadenas y las productoras tengan su propia lógica de funcionamiento, a veces ajena a criterios "artísticos"; estaría también dispuesto a aceptar que no siempre hay que explicarlo todo, pero lo que no cuela es que una serie que ha utilizado de manera muy innovadora multitud de recursos narrativos (flashbacks, flashforwards, paradojas temporales, etc.) y ofrecido un tratamiento de personajes casi ejemplar, opte por la música melodramática, la lágrima fácil y un misticismo de "todo a 100" para culminar su aventura.

"Es que, en el fondo, Lost es una serie de personajes y el episodio final cierra a la perfección su historia". Ya, pero ¿Qué pasa con el personaje principal, la propia isla? ¿Es simplemente una especie de bañera de agua pseudobendita a la que se le puede quitar y poner el tapón del desagüe? Lo siento pero no trago. Y me cabrea más todavía que Damon Lindelof y Carlton Cuse, los responsables de la serie, se dediquen a dar explicaciones peregrinas y a justificarse en vez de admitir abiertamente que no tenían ni puta idea de como salir del berenjenal en el que se habían metido. Claro que, si hubieran hecho eso, en estos momentos estarían embreados, emplumados y abandonados en las afueras de algún pueblo del Midwest americano.

Con todo he de confesar que he disfrutado enormemente con "Lost", que con el tiempo se convertirá en una serie legendaria pese a su, en general, mediocre sexta temporada. Y a pesar de todos los pesares he de admitir que el último episodio tuvo momentos conmovedores: después de tanto tiempo uno le toma cariño a los personajes y nadie es inmune a la música melodramática, la lágrima fácil y el misticismo de "todo a 100". Si es que en el fondo soy un flojo.

sábado, 15 de mayo de 2010

Tim Burton en el Moma


El pasado 26 de abril finalizó la exposición que el MoMA de New York ha dedicado a la figura de Tim Burton, que ha mostrado una buena parte de los trabajos del cineasta en los últimos 30 años, tanto en su faceta de director de cine como en la de artista plástico y visual.

La exposición ha tratado de reflejar la evolución de Burton a lo largo del tiempo: desde algunos dibujos que realizó en su niñez y adolescencia (que nunca antes habían sido mostrados en público) hasta obras más recientes. La amplía colección incluye fotogramas, dibujos, maquetas, pìnturas y fotografías pertenecientes a diferentes proyectos cinematográficos y personales.

El catálogo de la exposición permite ver la influencia que han ejercido la cultura popular y el surrealismo Pop en su trabajo, que le han convertido, a su vez, en un icono de la cultura Pop de las dos últimas décadas. El propio Burton, en la introducción de la guía oficial de la exposición, se manifiesta sorprendido de ver sus trabajos expuestos en un museo:

En Burbank (su localidad natal) no había nada ni remotamente parecido a un museo. No fuí a uno hasta mi adolescencia, mientras tanto ocupaba mi tiempo viendo películas de monstruos, mirando la televisión, dibujando o jugando en el cementerio. Más adelante, cuando empecé a frecuentar museos, me sorprendió el feeling que sentia al entrar en uno, muy parecido al del cementerio, no desde un punto de vista  morboso sino por su atmósfera tranquila, introspectiva, a veces eléctrica. Por eso, tantos años despues, poder mostrar mis trabajos en esta exposición es algo muy especial para mí.

Algunas de las obras son realmente curiosas: como por ejemplo unos Romeo y Julieta muy sui generis (imagen que encabeza este post); la pintura Blue Girl with Wine, mezcla de Picasso y Jean Paul Gaultier; un dibujo sin título (de la serie Trick or Treat dedicada a Halloween), con influencias de Van Gogh y el expresionismo alemán; Otra pintura sin título (de la serie Creature Series) que recrea el cuadro El grito, de Edward Munch o un retrato a tinta bastante inquietante del ex presidente Reagan.

Si no habéis tenido la oportunidad de visitar la exposición en directo, existe la posibilidad de comprar la guía oficial, a la venta en FNAC y en librerías especializadas. Imprescindible para fans del director y atractivo para cualquier aficionado a la cultura Pop ya que, además de las reproducciones de las obras expuestas, incluye dos interesantes textos: Tim Burton: Exercising the Imagination y  An auteur for all ages, a cargo de Ron Magliozzi y Jenny He, los comisarios de la exposición.

sábado, 27 de marzo de 2010

YO, otro libro egocéntrico de Juanjo Sáez


Hacer el ridículo es gracioso, hay que atreverse, es divertido. El problema es que para que tenga gracia tienes que hacerlo de verdad, y eso te deja en mal lugar como autor. Ser torpe es gracioso, ser virtuoso no.

Juanjo Sáez es un dibujante amado y odiado a la vez: Para unos es un genio, para otros es un cantamañanas que no sabe dibujar. A mi me parece un artista muy ingenioso que ha demostrado en sus obras más conocidas "Historia del Arte" y "Viviendo del cuento" que no hace falta ser (ni querer parecer) un virtuoso para transmitir cosas. A pesar de ello, no resulta un autor cómodo, como lo atestigua el hecho de haber sido expulsado de los tres diarios para los que ha trabajado "El Mundo", "El Periódico y "El País".

En "Yo" lleva a cabo un ejercicio pseudopsicoanalítico en el que se dedica a analizar buena parte de su producción de tiras de prensa (algunas de ellas censuradas o nunca publicadas), su visión del mundo y sus mecanismos de  creación, con un enfoque similar en algunos momentos al de otra obra comentada aquí, "Cosas que los nietos deberían saber". En esta reflexión aparece constantemente su "alter ego", una especie de "superyo" que critica, pone en tela de juicio o, directamente, contradice, las afirmacíones del autor. Esta figura, oscura y dibujada en un inquietante color naranja, sirve de contrapunto (argumental y gráfico) al discurso de Sáez.

En cierto modo, "YO..." es la continuación natural de "Viviendo del cuento", donde vuelve a mostrar su ingenio y a tocar algunos temas ya recurrentes en su trayectoria (la cultura Pop, la crítica a los "modernos", el humor absurdo, etc.) pero nos ofrece, además, perspectivas menos conocidas: tiras de temática política, como la antológica "Se acerca el fin de todos nuestros males", dedicada a la detención de Sadam Hussein; social, como "La Zona Negativa" o la muy lograda "El puente aéreo"; artístico-onírica, la bonita "Arquitectura del Yo" o autobiográfica, como la conmovedora "El chico de la burbuja".

El Juanjo Sáez más incisivo también aparece: las pruebas que hizo para "El País" como proyecto para sustituir a la dibujante Maitena o algunas de las tiras que realizó para "El Periódico", así como su vis más tragicómica: el encontronazo (involuntario) con el cantante Raimon, que le valió el despido de "El Periódico" o el tortuoso proceso que tuvo que soportar para publicar en el suplemento de verano de "El País", trabajo que generó multitud de críticas e incluso un blog dedicado a él titulado "Matar a Juanjo Sáez".

Fiel a sí mismo y a su estilo siempre fresco, desenfadado y autoparódico, Juanjo Sáez ha parido una obra muy divertida y, al mismo tiempo, muy profunda, dónde vemos reflejada la problemática interna (la creatividad, las motivaciones y las neuras del creador) y externa (las a menudo difíciles relaciones con los medios, el mercado y el público) que siempre acompañan cualquier actividad artística.

Absolutamente recomendable y, además, excelentemente editada (en un bonito volumen de tapa dura) por Reservoir Books (Mondadori).

sábado, 13 de marzo de 2010

Madman: Bienvenidos al universo lisérgico de Mike Allred


Me mola el Rock'n'Roll. Me mola el cine. Me mola el cine. Me mola la literatura. Me molan los libros de arte. Pero he de reconocer que probablemente lo que más me mola son los cómics. ¿Por qué? Una vez más la explicación es muy sencilla. Los cómics son capaces de aunar todos los elementos divertidos y emocionantes que atesora, prácticamente, cualquier otro medio artístico de la cultura Pop.

Esta afirmación, que un servidor suscribe casi al pie de la letra, es de Michael Allred, uno de los más interesantes y originales autores de cómic de la actualidad. Ha trabajado para los dos principales editoriales, DC y Marvel, para la que publicó una de sus obras más conocidas: X-Force y su secuela X-Statix, una parodia de X-Men donde el tándem creativo que formó con el guionista Peter Milligan ofreció una visión rompedora del universo de los superhéroes: cínica, amoral y repleta de humor surrealista. X-Statix generó cierta polémica en su momento a causa de la anunciada aparición en el número 15 de una resucitada Diana de Gales en el papel de superheroina. El revuelo que se armó fue tal que la siempre conservadora Marvel obligó a los autores a modificar el aspecto original que se había previsto para el personaje para evitar posibles problemas legales.

A pesar de la fama obtenida con X-Statix, su obra más personal, y con la que se inició en el mundo del cómic es Madman, una obra absolutamente Pop, publicada originalmente en USA por Image Comics a partir de 1992, que Planeta ha editado en España en forma de tomos recopilatorios. De momento están disponibles dos volúmenes y está previsto que un tercero salga a la venta durante el 2010: el primero recoge la primera serie de Madman, todavía en blanco y negro y la posterior Madman Adventures, ya en color que recopila las series Madman Comics del 1 al 11.

El argumento de las series gira en torno a Frank "Madman" Einstein, un ciudadano normal fallecido y resucitado, gracias a los buenos oficios los Doctores Boiffard y Lem (ambos dos pelín chiflados), que se convierte en un superhéroe bastante peculiar que utiliza yo-yos, pistolas de juguete y un tirachinas como armas (?).

A partir de aquí historias rocambolescas y disparatadas, dignas de la mejor/peor serie B, repletas de extraterrestres, robots, dinosaurios, viajes en el tiempo, organizaciones que pretenden conquistar el mundo, etc. Al mismo tiempo el protagonista tiene serios problemas metafísicos y su reflexiones filosóficas (normalmente bastante simplonas), al estilo de Silver Surfer son frecuentes: no recuerda nada de su vida anterior, se pregunta a menudo por el sentido de la vida y de las cosas y duda de su relación con la guapísima Joe, perdidamente enamorada de él.

La evolución de Allred se va viendo a lo largo de los dos tomos: si la primera serie Madman presenta un estilo narrativa y gráficamente titubeante, las series siguientes representan una consolidación de su peculiar estilo y descubren un dibujante con hechuras y muy fresco, de trazo grueso y sencillo, una especie de mezcla entre el maestro Jack Kirby (su influencia principal) y Charles Burns.

Su originalidad formal, muy alejada del fotorrealismo y del photoshop que tanto abundan en el cómic actual, se ve resaltada por el buen trabajo de Laura Allred, su esposa y entintadora habitual, que basa su trabajo casi exclusivamente en tintas planas y colores primarios, un formato muy Pop y exuberante que encaja perfectamente con el tono de la obra.

Por si el propio Allred no fuera motivo suficiente aliciente para leer Madman, ambos volúmenes ofrecen un interesante Bonus: el primero una sección extra de ilustraciones sobre el personaje a cargo de ilustres colegas de profesión como Jim Lee, Todd McFarlane, Moebius, Walt Simonson, John Byrne o Sergio Aragonés. En el segundo aparecen dos invitados muy especiales: Hellboy (el personaje creado por Mike Mignola) en Madman 5 y Big Guy (el robot obra de Frank Miller y el espectacular dibujante Geoff Darrow) en Madman 6 y 7, episodios dialogados por el propio Miller.

Además también podemos encontrar diferentes Pin-Ups del personaje a cargo de Geof Darrow, Chris Ware, Frank Miller o Joe Kubert y una galería extra de ilustraciones con dibujos de Peter Bagge y Matt Wagner, entre otros.
Madman, pues, es un cómic más que recomendable: muy fresco y con diversión y locura a raudales.


sábado, 6 de marzo de 2010

Cosas que los nietos deberían saber: la música como catarsis


Mark Oliver Everett, tambien conocido como "Mr. E" es el líder de Eels, un grupo pop norteamericano que en su momento logró una considerable repercusión popular con Novocaine for the soul y My Beloved Monster, dos de los temas de su disco de debut, Beatiful Freak (1996). Aunque no han vuelto a repetir el éxito masivo de su opera prima, se han convertido en un grupo de culto y sus posteriores trabajos han mantenido un alto nivel de calidad y originalidad.

No se puede decir que Mr. E sea un tipo con suerte: una existencia complicada, trufada de relaciones sentimentales tormentosas, problemas personales y el fallecimiento prematuro de personas muy cercanas (sus padres, su hermana, su manager, su prima) han marcado su vida como individuo y como músico. Todo ello se refleja en Cosas que los nietos deberían saber, la singular y muy interesante autobiografía de Everett que, como afirma el escritor argentino Rodrigo Fresán en el (excelente) prólogo:

...es el mejor libro de autoayuda que no intenta ayudar a nadie pero que lo consigue casi sin proponérselo... Aquí estamos y sí, están tocando nuestra canción, nuestras canciones. Leámoslas para oirlas sonar. Así suenan. Suenan tristes pero suenan tan bien. Crean en todo lo que van a leer aquí. De verdad.

Una familia disfuncional, rebeldía adolescente, problemas en la escuela, dificultades a la hora de relacionarse... Esto suena casi como un tópico y ya lo hemos visto/leído un millón de veces anteriormente; Mr. E no resulta, pues, demasiado original aunque con una diferencia respecto a otros casos: una necesidad imperiosa e irresistible de componer canciones porque,

...me encantaba hacerlo, incluso aunque nadie fuera a escucharlo. Pero también había algo que quería comunicar a la gente y fuera del marco de una canción no se me daba bien, así que seguía siendo importante intentar que se me escuchase.

Por eso Everett decidió marcharse de casa a los veintiún años para mudarse a Los Ángeles, donde sobrevivía con trabajos basura que le permitían dar rienda suelta a su fiebre creativa y devorar los discos de los músicos que formaron parte de sus (exquisitas) influencias, como Prince, Portishead, Nirvana, Bob Dylan, Johnny Cash, Tom Waits, Ray Charles, Liz Phair o Randy Newman.

Un encuentro casual con John Carter (su futuro manager), entonces cazatalentos de Atlantic Records, posibilitó su fichaje por la compañía Polydor y la grabación sus dos primeros trabajos, todavía en solitario: A man called E, cuyo single, Hello Cruel World, tuvo bastante éxito en las emisoras universitarias y alternativas, y Broken Toy Shop que pasó prácticamente desapercibido, Este hecho, junto con los problemas que atravesaba la compañía, provocaron que no se le renovara el contrato.

Poco después, ya como Eels, se produjo el fichaje por Dreamworks Records y el lanzamiento de Beatiful Freak, el disco que les catapultó a la fama, casi por casualidad y sin proponérselo, en pleno apogeo del Grunge y el Rock alternativo. Lamentablemente Mr. E no pudo disfrutar demasiado de la situación a causa del suicidio de su hermana Liz y de su rechazo a los aspectos más comerciales del Show Business.

Me di cuenta de que la gente de mi entorno estaba más preocupada por vender discos que por cualquier otra cosa. Era bueno que la discográfica demostrase interés, sobre todo después de mi experiencia anterior, pero cada vez que oía a uno de los músicos de la banda hablar de la ciudad a la que íbamos como de un "mercado" se me revolvía el estómago... La supuesta cultura "alternativa" trajo consigo una fea constatación: en realidad no era alternativa en absoluto. Estaba a la venta igual que cualquier otro producto comercial. Era una rebelión en contra de nada.

Sus dos trabajos posteriores, Electroshock Blues y Souljacker fueron discos oscuros y difíciles, consecuencia de los efectos que produjeron sobre Mr. E su agitada vida y la enfermedad de su madre. A pesar de las excelentes críticas recibidas, sus cambios de registro de un disco a otro desconcertaban a sus seguidores y la discográfica le presionaba también para que hiciera discos más comerciales, aunque Everett nunca ha sido un artista acomodaticio.

No sólo la discográfica no estuvo especialmente contenta con Souljacker: a muchos de nuestros fans de anteriores discos tampoco les hizo demasiada gracia al principio... Es lo que tienen los fans. Si les gusta algo de lo que haces y no lo repites, a veces se sienten defraudados... ¿Por qué diablos querrá nadie que todo sea igual todo el rato? Uno puede volver a escuchar Daisies of the Galaxy siempre que quiera. No tengo por qué volver a grabarlo... Lo que pasa es que tengo cosas en mi interior que quiero sacar a la luz. Si sólo te gusta un tipo de música, lo siento pero la vida es demasiado corta... Si quieres lo que esperabas ¿por qué no grabas tu propio disco, eh? Déjame a mí que haga el mío.

La trayectoria vital y musical de Mr. E ha continuado siendo, hasta hoy, una montaña rusa con momentos alegres y momentos tristes (los más), siempre con la música presente como válvula de escape, como catarsis contra las penas y los malos rollos. A pesar de todas las circunstancias adversas que se narran (aunque tamién hay espacio para anécdotas divertidas y surrealistas), el libro acaba siendo una una celebración de la vida como algo que, al fin y al cabo, vale la pena experimentar.

Quizá consiga escapar a los demonios familiares, quizá no: no lo sé. Pero puedo decir que estoy orgulloso de haber llegado hasta aquí, y si el viaje acaba aquí... pues no ha estado nada mal. Unos cuantos bajones importantes, pero otros cuantos subidones de cuidado, ¿no? Vuelvo a pensar en lo que dijo mi padre pocos días antes de morir, que había vivido una buena vida... He sobrevivido a las malas rachas y disfrutado de las buenas. En serio, gente. Ahora es cuando de verdad vivo.

Sólo me queda decir que Cosas que los nietos deberían saber es un libro absolutamente recomendable. No se trata solamente de la autobiografía de un músico talentoso, rara avis y fiel a si mismo, sino también de una excelente reflexión sobre los procesos de creación y composición musical y de las dificultades, a todos los niveles, que conlleva el hecho de ser ARTISTA (así, con mayúsculas), esa palabreja tan denostada hoy en día.


Oliver Everett, M. Cosas que los nietos deberían saber. Blackie Books. Barcelona, 2009

sábado, 9 de enero de 2010

Classic Rock: Lo mejor de 2009




Si en posts anteriores comenté algunas de las listas que, con motivo del final de la década, publicaron Rockdelux y New Musical Express, el post de hoy estará dedicado al Top 50 de 2009 según la revista Classic Rock, la publicación rockera inglesa por antonomasía y en las antípodas de las dos anteriores, ya que sus contenidos se centran básicamente en el Rock de corte clásico y guitarrero en todas sus variantes (Hard, AOR, Prog, Sleazy, etc.).

El décimo puesto ha sido para Chickenfoot, el "supergrupo" del mismo nombre formado por Sammy Hagar, Joe Satriani, Michael Anthony (ex bajista de Van Halen) y Chad Smith (bateria de Red Hot Chili Peppers) que han parido un disco de debut la mar de apañado y fresco. En el noveno lugar Sonic Boom, de los inefables Kiss, que nunca se cansan de seguir explotando su leyenda y de llenar la caja registradora. En el octavo The Incident, de los progresivos (y para mi gusto pelín plúmbeos) Porcupine Tree: técnicamente impecables pero con poca alma. El séptimo lugar ha sido para Strange Cousins From The West, the Clutch, un grupo americano de hard clásico con influencias Funk y Blues. Sexto puesto para Cosmic Egg, el segundo trabajo de los australianos Wolfmother, uno de los grupos revelación de los últimos tiempos, disco directo y eficaz que sigue la estela de su debut.

El Top 5 está compuesto por Cheat The Gallows, de Bigelf unos chicos raritos liderados por un cantante de aspecto peculiar pero francamente interesantes que combinan influencias tan dispares como Franz Zappa, la ELO o Brian Wilson; And You Were a Crow, un excelente trabajo de The Parlor Mob, un grupo de New Jersey muy al estilo Led Zeppelin; Crack The Skye, de Mastodon, los trashers progresivos que se han convertido en una de las vacas sagradas del género y que a mi, particularmente, no me dicen gran cosa. Finalmente los dos primeros lugares para The Latest, de Cheap Trick, grupo mítico que parecía que ya no tenía gran cosa que decir pero que se han sacado de la manga un disco notable y la gran sorpresa del año, el excelente Black Gives Way To Blue, de Alice In Chains que, años despues del fallecimiento de su carismático cantante Layne Staley han reaparecido conservando su característico sonido pero con un nuevo vocalista, William DuVall, que es todo un descubrimiento.

Del resto de discos del Top 50 cabe destacar la presencia de los últimos trabajos de grupos clásicos de toda la vida como Lynyrd Skynyrd, Bruce Springsteen, UFO, New York Dolls o Ian Hunter y de caras nuevas como la sorprendente blueswoman inglesa Joanne Shaw Taylor con su disco de debut White Sugar; Down to the Bone de los australianos Electric Mary; los prometedores anglo-suecos Alberta Cross y su notable Broken Side of Time; Takin' Over, de los londinenses New Device o los festivos Urban Voodoo Machine con su adrenalínico y divertido Bourbon Soaked Gypsy Blues Bop'N'Stroll.

En resumen, un año un poco anodino y, exceptuando los casos de Alice In Chains, The Parlor Mob y Bigelf, con pocos motivos para el entusiasmo.
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