martes, 30 de junio de 2009

El niño perdido de Neverland

Mucho se ha escrito, y se escribirá, sobre la muerte de Michael Jackson. A pesar de que el personaje público, elevado a la categoría de freaky a causa de sus excentricidades, posiblemente acabe fagocitando al artista, es innegable que Jacko ha sido uno de los iconos Pop de los años 80 y 90.

Es por ello que me gustaría recuperar algunos fragmentos del excelente artículo Michael Jackson, de Gerri Hirshey, publicado originalmente en 1983 en la revista Rolling Stone y que apareció en castellano formando parte del libro Lo mejor de Rolling Stone, editado por Ediciones B en 1995. 26 años después, este artículo ofrece una aproximación al artista y a la persona que se escondían detrás del hombre del guante.

"Vamos allá, chicos." Con esta frase reunía Joe Jackson a sus hijos Jackie, Tito, Jermaine, Marlon y Michael. El "vamos allá" ha venido repitiéndose durante más de las tres cuartas partes de la vida de Michael, en todas las reuniones previas a los conciertos de los hermanos, primero como los Jackson Five en la Motown y ahora como los Jacksons en la Epic. Michael y los Jacksons han vendido cerca de cien millones de discos. De sus dos docenas de singles con la Motown, seis fueron de platino y otros diez de oro. Sólo tenía once años cuando, en 1970, su primer éxito, I Want You Back, desplazó del número uno al Raindrops Keep Fallin' on My Head de B.J. Thomas.

- Es tan mágico... -dice Michael, refiriéndose a James Brown, y reconoce que para su peculiar coreografía se ha inspirado en los movimientos del Padrino sobre el escenario-. Yo estaba entre bastidores cuando tenía seis o siete años. Me sentaba allí y le observaba.

El parvulario de Michael fue el sótano del teatro Apollo de Harlem. Era demasiado tímido para dirigirse a los artistas que seguían a la actuación de los Jackson Five... que iban desde Jackie Wilson a Gladys Knight, pasando por las Temptations y Etta James. Pero sentía la necesidad de ver todo lo que hacían: cómo James Brown se deslizaba, daba media vuelta y saltaba y aún le daba tiempo a repetirlo antes de que el micrófono tocase el suelo.

Durante los últimos meses se le ha visto trabajando en tres proyectos: su recientemente editado Thriller, el trabajo que desarrolla con Paul McCartney, que incluirá dos colaboraciones Jackson-McCartney, Say, Say, Say y The Man, y la narración y una canción de la banda sonora de E.T., para el director Steven Spielberg. En los ratos libres ha escrito y producido el single de Diana Ross Muscles. Es sin duda un joven dinámico. Ya está mirando más alla del álbum que tiene previsto editar con los Jacksons este invierno. Hay la posibilidad de realizar una gira en primavera. Y después están las películas. Desde que hizo el papel de espantapájaros en The Wiz tiene el dormitorio abarrotado de guiones.

- Lo controla todo -dice Spielberg-. A veces a los demás les parece que oscila al borde de la penumbra, que es frágil, pero detrás de todo lo que hace existe una enorme y consciente tenacidad. Es muy calculador acerca de su carrera y de las decisiones que toma. Creo que es un hombre con dos personalidades.

En el estudio, Quincy Jones (productor de los discos Off the Wall y Thriller) observó que su profesionalidad había madurado. De hecho, el olfato de Michael para lo que le conviene es tal que Jones empezó a llamarle Sabueso Afortunado y cuando un conflicto entre sus empresas puso en cuarentena su colaboración, Sabueso no se inmutó y dirigió el oído hacia sus propios ritmos. Y en verdad, las piezas más memorables de Off the Wall son las melodías bailables compuestas por Jackson. Working Day and Night, con sus compases de resposo y su puntuación marcada sólo podía haber sido compuesta por un bailarín. Don't Stop'Til You Get Enough, el single más vendido del álbum, está también a caballo entre la moderación y el desenfreno.

Una criatura como Michael es el perfecto híbrido Pop para los años ochenta. El público marginal no se asusta de las letras groseras. Y los privilegiados que bailan en los barrios altos pueden saltar y deslizarse por las enceradas pistas de baile. Thriller es tan ecléctico que incluye cantos africanos y algo de excelente guitarreo macho-rock de Eddie Van Halen. Ahora le han puesto la etiqueta de Pop-Soul. Michael dice que da igual cómo le llamen. Para él sigue siendo un misterio de dónde sale todo esto... así como el propio proceso creativo.

"Es una persona sumamente frágil. Creo que para él el simple hecho de ir por la vida, de entrar en contacto con gente, es muy duro, por no hablar de preocuparse de adónde va el mundo.

..."¿Sabes una cosa? Las paredes de mi cuarto están llenas de dibujos de Peter Pan. He leído todo lo que escribió [el autor J.M.] Barrie. Me siento completamente identificado con Peter Pan, el chico perdido del país de Nunca Jamás."

- Tú bailas en público. Claro que lo haces, por toda tu página de Rolling Stone. También tú necesitas actuar. Pero cuando lo has hecho puedes correr a esconderte. Nadie te persigue.
Michael me dejó de piedra . Se echó a reir y me puso una mano en el hombro.
- Créeme lo que te digo... no sabes lo afortunado que eres.

Textos extraidos de:
Lo mejor de Rolling Stone. Una lúcida crónica de nuestro tiempo. Ediciones B. Barcelona, 1995.

domingo, 28 de junio de 2009

Deconstruyendo al Sargento Pimienta


...La cultura popular es esencialmente urbana y propia de la gran sociedad industrial, a la que afecta en su totalidad, y no puede comprenderse si no es en su relación simbólica de conflicto con respecto a una “alta cultura” –igualmente indefinible si no es por contraste con la cultura popular– que se deriva de las restricciones de acceso a la educación profesional superior de una parte mayoritaria de la población.
José Luis Pardo


Esto no es música. Introducción al malestar en la cultura de masas, es un denso y estimulante ensayo de José Luis Pardo (Madrid, 1954), profesor de la Facultad de Filosofía de la Universidad Complutense de Madrid y autor de diversos libros, entre los que destaca La regla del juego, con el que ganó el Premio Nacional de Ensayo en el año 2005.

Con la ya mítica portada del disco Sgt. Peppers Lonely Hearts Club Band como leit motiv, Pardo mete en una coctelera a, entre muchos otros, The Beatles, Oscar Wilde, Don McLean, Nietzsche, Marilyn Monroe, Bob Dylan, el Coyote y el Correcaminos, Karl Marx, Jack el Destripador, Kant, Charles Chaplin o la emperatriz Sissi y, con estos elementos, hilvana un extenso discurso sobre la génesis, desarrollo y consolidación de la cultura popular y de su, ya clásica, dicotomía con la alta cultura.

El autor se sirve del tracklist del disco Abbey Road y de referencias constantes a la canción American Pie (de Don McLean) para crear un hilo conductor y plantear a lo largo del texto diferentes juegos de dualidades: Jack el destripador vs. las prostitutas; la emperatriz Sissi vs. Luigi Lucheni (su asesino); la escuela Rafaelita vs. los Prerrafaelitas; esencia vs. apariencia; copia vs. simulacro; el Dr. Henry Higgins y la vendedora ambulante Elizabeth Doolittle (de la obra Pigmalion, de George B. Shaw) o la caverna (de Platón) vs. The Cavern (local donde debutaron The Beatles).

A fin de cuentas, afirma Pardo, la dialéctica entre alta y baja cultura no es otra cosa que un reflejo de la (hoy en día tan mal vista) lucha de clases. La cultura popular surgió como una reivindicación del derecho a la DIVERSIÓN que, en algunos casos, fue el embrión de algunos avances sociales: la relajación de las costumbres en la Inglaterra victoriana, la lucha por los derechos civiles en EE.UU., etc.

Esos eran, por desgracia, otros tiempos: la difuminación de las fronteras entre alta cultura y cultura de masas, la consolidación del paradigma postmoderno, el darwinismo social reinante y el culto al dios mercado han hecho que gran parte de la producción y la distribución de objetos culturales haya pasado progresivamente a manos de los medios y, por lo tanto, casi toda la gestión simbólica de las sociedades se canaliza a través de la industria y el mercado. Todo ello ha despojado a la cultura popular de su componente transgresor, de ahí el subtítulo del libro: Introducción al malestar en la cultura de masas.

Sólo nos queda la diversión: divirtámonos, pues, hasta morir. Pura filosofía Pop.
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